Probablemente, ésta sea mi última
entrada del año 2017 pero no puedo dejar que acabe el año sin compartir esta
reflexión, sobre todo por las fechas en que nos encontramos, ya que los Reyes
Magos llegarán en breve a nuestros hogares.
Esto significa que durante estos
días, juguetes, libros, colonia, ropa, videojuegos y un sinfín de regalos llamarán
nuestra atención y serán destinados, una vez más, a hacer felices a quienes más
queremos: padres, hijos, hermanos y amigos.
Sin embargo, ¿Qué es lo que cada
uno de nosotros ha pedido? ¿Tal vez las mismas cosas con que obsequiamos a los
demás?
Os confesaré que llevo días
pensando qué podría pedir yo a los Reyes Magos. Así planteado, parece una
pregunta sencilla, pero no lo es. Porque llega una edad en que ya no te
conformas con cualquier cosa, al menos os confieso que yo no.
Yo lo que quiero es algo que
perdure. Y no solo que perdure, sino que deje una huella en mi vida, algo lo
suficientemente significativo para no olvidarlo jamás, algo que quede grabado
en mi corazón, que no se marchite, que no se abandone, que no muera.
Y aunque os suene extraño, he
llegado a la conclusión de que lo que tanto necesito es confiar, pese a mis continuos fracasos, en mi ilusión.
¿Habéis tenido alguna vez un
sueño que hayáis abandonado por temor al fracaso? Yo sí. Es fácil renunciar a
un sueño, basta con convencerte a ti misma de que es imposible, de que no eres
capaz de lograrlo.
Sí, os reconozco que renuncié a
él y con dolor, con mucho dolor.
Me dolía tanto que sólo se lo conté a mi mejor amiga. Y ella me preguntó por qué
me daba tanto miedo el fracaso.
“Nuria, en los cursos que me da
la empresa nos han explicado que en Alemania, en la entrevistas de trabajo, lo
primero que te preguntan es si alguna vez en la vida has tenido un proyecto que
haya fracasado. Si contestas que no
te desestiman, porque ellos entienden
que solo fracasando es como uno aprende y adquiere la habilidad para enfrentarse a
cualquier problema y salir adelante”- me dijo.
Desde entonces, no he dejado de
pensar en ello y he vuelto a retomar mi ilusión.
Además, ¿por qué no seguir el
consejo de un escritor al que admiro, Paulo Cohelo?: “Es justamente la
posibilidad de realizar un sueño lo que hace que la vida sea interesante”
Incluso si buscamos por Internet,
veremos ejemplos de muchos fracasos en gente que luego, alcanzó el éxito en aquello que tanto deseaba:
*las
dos primeras empresas automovilísticas de Henry Ford fracasaron por completo
*Einstein
no empezó a hablar hasta los 4 años mí a leer hasta los 7. Según sus
profesores, “nunca aprendería mucho”
*Disney
fue despedido de un periódico porque no tenía imaginación ni ideas originales
*antes
de unirse a la NBA, Michael Jordan fue apartado del equipo de baloncesto por
falta de habilidad
*antes del inicio de su
carrera, el profesor de música de Beethoven dijo de él que “como compositor no
tenía remedio”
*el manuscrito de Harry Potter,
de J.K. Rowling, fue rechazado por 12 editoriales
*el primer libro de Stephen
King, Carrie, fue rechazado 30 veces. Lo tiró a la basura y fue su mujer quien
lo recuperó y le animó a presentarlo de nuevo
*Oprah Winfrey fue despedida
de su trabajo, como reportera televisiva, porque no era adecuada para la
televisión
*cuando Thomas Edison era un
niño, un profesor le dijo que “era demasiado estúpido para aprender cualquier
cosa”
*Steven Spielberg fue
rechazado muchas veces por la Escuela de Artes Cinematográficas de la
Universidad del Sur de California
*en una de las primeras
pruebas de cámara de Fred Astaire, un productor dijo: “No puede cantar, ni actuar. Se está quedando calvo. Puede
bailar un poco”
*después de su
primer pequeño papel en una película, alguien le dijo a Harrison Ford que nunca
tendría éxito en la industria del cine
* que Abraham
Lincoln falló a los 21 años en los negocios, a los 22 en la carrera legislativa,
a los 24 de nuevo en los negocios, a los 26 tuvo que superar la muerte de su
novia, a los 27 tuvo un ataque de nervios, a los 34 perdió la contienda por el
Congreso, a los 45 perdió las elecciones para el Senado, a los 47 intentó sin
éxito convertirse en Vicepresidente, a los 49 perdió nuevamente las elecciones
para el Senado y por fin, a los 52 años, se convirtió en el Presidente de los
Estados Unidos
Y así podría seguir con muchos más ejemplos
de personas perseverantes ante la dificultad.
Por todo ello, mi carta a los Reyes
Magos este año es más bien breve. Deseo ser como tantas de estas personas que
se enfrentaron a sus miedos e inseguridades, que cayeron mil veces y mil veces
se levantaron, que no renunciaron a la esperanza de cumplir sus sueños. No
quiero que mueran mis sueños entre mis propias manos.
En realidad no sé si lo que pido es mucho. Tal
vez no. Solo sé que lo único que quiero, es tener la suficiente fuerza para seguir intentándolo.
Este artículo se lo dedico a la mejor amiga que uno podría tener y que para mí, es como una hermana. ¡Pili, va por ti!