viernes, 10 de febrero de 2017

CONFESIONES DE UNA MADRE:¿Y POR QUÉ NO? SI ME TUMBAN, ME LEVANTO

Hace unas cuantas semanas nos planteamos, desde el proyecto, dar un pasito más y desde nuestra propia iniciativa, proponer nuestra ayuda a asociaciones de tipo solidario que la pudiesen necesitar.
En realidad no tuve demasiado tiempo para pensarlo porque de forma totalmente casual, encontré un reportaje dedicado a la Asociación Nupa. Se trata de una organización que ofrece su apoyo incondicional a padres con hijos que presentan fallo intestinal grave y cuya única esperanza de vida radica en un trasplante multiorgánico. Como el hospital especializado es el Hospital La Paz de Madrid, acuden a este hospital desde toda España en busca de esa operación que puede salvar la vida de sus hijos con lo que ello implica (abandono del trabajo y de su propio hogar para trasladarte, cargado de miedos, inquietudes y angustia, al hospital de referencia).
Estas familias necesitan, entre otras cosas, casas de acogida y ayuda psicológica para enfrentarse a una realidad tan dura que por desgracia, en ocasiones, acaba en duelo.
Desde el primer momento sentí la imperiosa necesidad de acercarme a ellos porque como ser humano y como madre, siento un instinto de protección especial hacia los niños y aunque una enfermedad siempre es angustiosa, cuando se trata de un niño duele muchísimo.
Tengo varias ideas acerca de posibles eventos solidarios, pero necesito patrocinador y no os podéis ni imaginar el grandísimo esfuerzo y el tiempo que llevo dedicándome a escribir, una por una, a distintas empresas de todo tipo, grandes y pequeñas, cercanas y no tanto, en un intento por ser, de verdad, útil. Creo que he escrito ya a medio Madrid y a otras muchas ciudades de España.
La respuesta ha sido mínima. La gran mayoría no me ha contestado, lo que interpreto como una negativa; unas pocas me han dado un no de forma clara y directa y, entremedias, las que me han dicho que no mediante sutiles evasivas. A día de hoy, aún espero un milagro.
De hecho y para ser sincera, he tenido momentos de flaqueza, mezcla de mi propia impotencia y desesperación, en los que me he sentido muy sola y, sobre todo, incomprendida llegándome a plantear, incluso, si debía continuar una labor tan ardua como estéril.
Y justo en esos momentos de debilidad, es cuando recuerdo las palabras que una vez, me dijo mi hermano mayor: "Mi vida es como un ring de boxeo. Si me tumban, yo me levanto".
Este mismo pensamiento es el que rige ahora mi vida y me impulsa, cada vez que me caigo, a levantarme. Lo hago con más o menos fuerza, con más o menos heridas, según los casos, pero me levanto.
Cuando pienso en el sufrimiento físico y emocional de estos niños y de sus padres, me siento como el mismísimo Ave Fénix que resurge de sus cenizas.
No puedo rendirme. Y cuando alguien me pregunta ¿por qué haces esto? mi corazón contesta ¿y por qué no?
Esta entrada se la dedico a mi hermano, que es el hombre más valiente que conozco, él sabe por qué. Creo que no lee mi blog pero quiero que sepa, si algún día lo hiciese, que le quiero mucho y que su actitud ante las dificultades que han marcado su vida llena de obstáculos constituye, para mí, una auténtica lección de vida.